jueves, marzo 15, 2007

Andrei Rublev, Tarkovski


Siguiendo con mi pequeño homenaje a Tarkovski, me toca hablar de su segunda película, Andrei Rublev (Rusia, 1966). Por cierto, hace poco editaron el guión literario de la película, escrito por el director. Escribí una reseña para una Web (la de los libros) en la que decía lo siguiente:
El guión literario de la que es para algunos la mejor película de Tarkovski posee una calidad literaria que justifica sin ninguna duda su edición. La literatura de Tarkovski es tremendamente visual; piensa en imágenes y nos transmite imágenes. Un amigo que se leyó el libro sin haber visto la película me comentó que la escena de "La campana" debía ser espectacular. Y así es. La historia, como "la puesta en escena", es maravillosa. Hay que entender que el pintor de iconos Andréi Rubliov supuso para el arte oriental lo que en Occidente pudo ser Giotto: la aparición en la pintura de un Dios cercano, que comprende, que ama, que sufre con nosotros. Ésta es la gran revolución del gran Rubliov. Y la gran aportación que hace Tarkovski para intentar explicar esta evolución y revolución que supuso la pintura del icono de la Trinidad consiste en hacernos ver cómo está motivada por el contacto de Rubliov con el pueblo, los años de silencio contemplando el dolor y los sufrimientos de los campesinos rusos; éstas son los causas que le inspiraron ese cambio determinante para el arte de su tiempo, según la bella interpretación de Tarkovski. Bellísima lectura de uno de los mejores cineastas de todos los tiempos, de un gran pensador y escritor, de un amante de la poesía, de la pintura y de la música. Cierra el libro un interesante epílogo ("La fe en la belleza") de Ricardo San Vicente. La pesentación, de Pedro Rodríguez Panizo, no lo es menos.
La estructura de la película, en capítulos, es peculiar. El primer capítulo es una declaración de principios sobre el arte excepcional; un hombre, en el siglo XV, inventa un rudimentario aparato para volar. Desde lo alto del campanario emprende el vuelo. ¿Qué ve? Lo de siempre, es decir, las gentes del pueblo, los ganados, el río, las casas… pero su punto de vista es otro, genial, maravilloso, nuevo. ¡Eso es el arte! Mostrar lo cotidiano desde otro punto de vista. El aparato falla, al caer un caballo (símbolo de la vida) nos anuncia que el audaz inventor ha muerto.
Capítulos poéticos y capítulos épicos se van sucediendo a lo largo de la película. El último, el que precede al maravilloso estudio cinematográfico que hace del icono de la Trinidad, el mítico capítulo de la Campana, justifica toda la película, como la muerte del aviador está justificada por lo que ve antes de morir, como el arte de Tarkovski lo estaría por este único episodio, como el de Rublev por el icono de la Trinidad.

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