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sábado, enero 15, 2011

Lecturas atrasadas I

Con el tiempo, de Enrique García-Máiquez (Renacimiento, Sevilla 2010) está lleno de genialidades, y también de ironías y desplantes muy al estilo de d'Ors, a quien García-Máiquez considera en un poema su maestro. Poesía narrativa, autobiográfica, haikus (tan del gusto de su generación). Gran variedad estrófica (sonetos, endecasílabos blancos, epitafios, arte mayor, arte menor...) En cuanto a la temática creo advertir una novedad: el peso (paso) del tiempo, al que concede gran protagonismo. Hay muchos poemas que me han gustado especialmente, como "Versión", "Otra autobiografía", "Principio" o "Por fin". Sin embargo, lo mejor, sin duda, es leer el poemario completo, varias veces, porque en las segundas y terceras lecturas se regusta mejor.

Segunda navegación (Encuentro, Madrid 2010) continúa las memorias que Alejandro Llano iniciara con Olor a yerbaseca. Memorias de corte más intelectual y espiritual, pero también salpicadas de anécdotas. La teología, la filosofía, la religión, la política, la enseñanza e incluso la empresa son los asuntos que desfilan por estas páginas. Gran libro, aunque contiene numerosas erratas (a ver si aviso a la editorial).

La antología de Roger Wolfe, Días sin pan (Renacimiento, sevilla 2007) da buena cuenta de la poesía que viene publicando desde la década de los ochenta. De estética aparentemente sencilla y desenfadada, contiene gran profundidad filosófica y social. Me ha encantado, a pesar de que creo que su último libro, Afuera canta un mirlo, es mejor. Un pero, a veces se pasa de irreverente y las blasfemias, que siempre sobran, más en sus poemas.
Os transcribo un poemita suyo que me ha encantado y que además creo que sirve para conocer bien el tono y la poética de Wolfe:

ARTE

Mi perro
aúlla
cuando pongo
a Ludwig Van
en el tocata.

Quien de más
que hable ahora
o se calle
la puta boca
para siempre.


También leo a Salinger (Levantad, carpinteros, la viga...). Un genio. Elogio del desierto, del poeta que ahora más admiro, Martínez Mesanza, en una bellísima edición de Renacimiento con fotografías de aquél a quien dedicó su célebre poema De Amicitia, a Amalia Bautista, a Muñoz Rojas, a Carlos Pujol (qué genialidad sus Cuadernos de escrtitura y qué genios los editores de Pre-Textos), a d'Ors y sus Virutas de taller, a Grossman y Vida y destino. Y estoy deseando empezar ya Ángulo de reposo, pero su grosor me asusta.

jueves, septiembre 09, 2010

Algunas lecturas

Termino Más virutas de taller (2004-2009), de Miguel d'Ors (Los Papeles del Sitio, Sevilla 2010), con interesantes reflexiones sobre la poesía propia y ajena del autor, conatos de cuentos, pensamientos políticos y un poco de todo, virutas que en vez de recogerse y tirarse, para nuestra fortuna, el autor edita. La poesía de d'Ors es espectacular, y aunque en el ensayo (supongo que este género es el más adecuado para encasillar el libro) no es tan brillante, no faltan ni el humor ni las genialidades de siempre. Leo Magia, de Rocío Arana (Númenor, Cuadernos de poesía, Sevilla 2002) con prólogo de Jesús Beades. Me gusta, pero me esperaba tanto más... Tendré que leer su último libro. Releo a Martínez Mesanza insistentemente, cada vez más asombrado. Compro Oscuro pez del fondo, de Daniel Casado y una antología de Jan Twardowski, ambas en Rialp. Procuraré leerlas antes de que empiece el cole...

domingo, mayo 30, 2010

Rilke, Pound y... Rodríguez

Termino de leer Casi una una leyenda, de Claudio Rodríguez y del mismo estilo, en lo esencial, que sus poemarios anteriores, aunque aquí está mucho más presente el tono elegíaco, aunque como siempre, en mi opinión predomina el canto, y es que, al fin y al cabo, "la muerte es bella". Acabo la lectura de CR con un propósito y una recomendación: el propósito, releerlo (tengo la puntita de decenas de páginas dobladas con poemas que me han fascinado). La recomendación, que vayáis a este artículo que me recomendó un lector en un comentario anónimo; es muy interesante.


También leí hace poco una Antología de Ezra Paund, (editorial Visor). Me quedo con este poema. Lo demás no me gustó, aunque no quede muy bien decirlo:

Los niños muy pequeños con ropa remendada,
atacados de una inusual sabiduría,
dejaron de jugar cuando ella pasó por el lado
y gritaron desde sus adoquines:
Guarda! Ahi, guarda! ch'e be'a!
Pero tres años después
oí al joven Dante, cuyo apellido no sé
porque hay, en Sirminione, veintiocho jóvenes Dante y treinta y cuatro Catulo;
habían realizado una gran pesca de sardinas,
y los mayores
las estaban empacando en grandes cajas de madera
para el mercado de Brescia, y él
dio un salto, tratando de agarrar los pescados brillantes
y tomándolos de ambos extremos;
y en vano le ordenaron: sta fermo!
y como no lo dejaron arreglar
los pescados en los cajones,
acarició los que ya estaban arreglados,
murmurando para satisfacción propia
esta idéntica frase:
Ch'e be'a.
Y ante eso me sentí ligeramente desconcertado.


Y un último libro de poesía, Elegías de Duino (Rainer Maria Rilke, Hiperión, Madrid 1999), este libro sí, en edición bilingüe, aunque para el caso... Las diez elegías fueron escritas entre 1912 y 1922. Antes de este libro leí una antología de Rilke que me gustó muchísimo, pero he de decir, aunque tampoco quede muy bien decirlo, que las elegías me han decepcionado. Me quedo con la novena, como con las sinfonías de Beethoven. Realmente hay algo de "belleza terrible" en este libro, pero ni sé racionalizarlo ni contároslo. Quizás sea la alergia, que me azota esta mañana sin piedad, y tengo que escribir casi mirando al techo. Uno siempre está deseando que deje de llover y llegue la primavera y luego... pues eso, a esperar el verano.

jueves, mayo 27, 2010

La historia de Troya, de Roger Lancelyn Green


Con una prosa sencilla y sobria, pero hermosa, La historia de Troya (Rger Lancelyn Green, Siruela, Madrid 2006), recuerda las grandes hazañas de los héroes griegos. La edición es fantástica, los dibujos, bonitos (Pauline Baynes) y el gran acierto, en mi opinión, el orden y el cierto didactismo con el que se van exponiendo los hechos más significativos de la mitología. He leído a Sófocles, a Eurípides, a Homero y Virgilio, a Ovidio y a tantos otros, y el caos que tenía en la cabeza con tantos dioses y héroes me lo ha resuelto este entretenido libro.
Se me ocurre que es un libro muy recomendable para bachilleres y para la asignatura de Cultura Clásica. Se lo diré a Iván. Y os lo recomiendo a todos vosotros.

sábado, marzo 27, 2010

Cosas

Aunque hoy no es mañana, os decía en la anterior entrado, que debería ser la de ayer, que os contaría de la entrevista con Luis Alberto de Cuenca. Cordialidad. Afabilidad. Cultura. Arte de la conversación. Resumiros dos horas de charla sobre poesía, cine, tebeos, música, carreras, traducciones, radio, vampiros, Ítaca e Ítaca y un larguísimo etcétrea es imposible, de modo que tendréis que leer Ítaca (je, je).
En los últimos dos días me han pasado unas cuantas cosas interesantes. He leído Oír la luz, de Sánchez Rosillo, libro que me ha causado una honda emoción y del que os hablaré con más calma, ha caído en mis manos el número que Renacimiento dedica a Chesterton, y aunque no he empezado a leerlo, ya me doy envidia a mí mismo. He comprado un libro de Roger Wolfe, por fin: buscaba otro libro y me topé con éste. Leí los primeros poemas y no dudé. Conseguí al fin que mis alumnos me odiaran definitivamente (no creo que les dure demasiado). Volví a ver, esta vez con unos amigos, Esto es ritmo!, impresionante documental por su sentido común sobre la cuestión pedagógica, pero antes que nada, belleza 137 minutos, belleza sin descanso, me voy a apuntar a unas clases de danza. Miguel ha retomado Tinta y ceniza, así que visitarlo de vez en vez. Estoy releyendo, como siempre por estas fechas, El libro de la pasión, de Ibáñez Langloise (por cierto, la antología de Númenor es excelente). Me llamó un amigo con el que hacía mucho tiempo que no hablaba y resulta que está haciendo su trabajo de investigación (es filólogo) sobre la adaptación al cine de No es país para viejos. Hablamos largo y tendido sobre el viejo Cormac. Mañana me voy a Fátima. Ahora, a dar un paseo.

viernes, febrero 26, 2010

Varia

Llego a las 8.20 AM. con la lengua fuera. Y una vez más me equivoco; no tengo clases hasta las 10.45. Digo unos cuantos tacos (no muchos) y miro lo positivo, puedo actualizar el blog. Ayer, cuando llegué totalmente calado a casa, y me miré de arriba a abajo, mi mirada se posó en los zapatos, y como por arte de magia estaban limpios limpios limpios, como no lo estaban desde que los compré. ¡Que suerte que nos llueva! Y así sucesivamente. El miércoles me di cuenta de que no creía en la educación y perdí la ilusión por la actividad que más tiempo ocupa en mi vida. Resultado: como de toda crisis, maduración, profundidad, mejor comprensión de la realidad. A todos nos aqueja un ramalazo del complejo ese de Peter Pan (por supuesto, de todos los demás también). Y es bueno de vez en cuando una palmadilla en el trasero que nos haga recapacitar.
Terminé Vida y Destino, de Vasili Grossman (DEbolsillo, 2009). Impresionante: sólo valoramos lo que tenemos cuando desaparece, así de triste es nuestra condición. Sigo con Claudio Rodríguez y su Poesía Completa: emocionado. Leo una Antología de Ezra Pound (Visor, Madrid 1983), Mi Ántonia, de Willa Cather, releo A merced de los pájaros, de Jesús Cotta y vuelvo constantemente a cinco o seis poemas, releo a Miguel D'ors y se lo leo a mis alumnos. Retomo Lo que vi en América (lo perdí) de Chesterton y es una fiesta, os lo aseguro. Leo a Aleixandre, sobre quien tenía bastantes prejuicios, y me empieza a gustar. Me acaba de saludar un alumno y el muy capullo me pregunta que qué hago aquí a estas horas. Le propongo ser mi secretaria. Bueno, ya seguiré, voy a convencerle de que lo sea.

lunes, enero 11, 2010



Al amanecer, cuando de mala gana y perezosamente te despiertes, acuda puntual a ti este pensamiento: “Despierto para cumplir una tarea propia del hombre” ¿Voy, pues, a seguir disgustado, si me encamino a hacer aquella tarea que justifica mi existencia y para la cual he sido traído al mundo?

Con esta reflexión comienza el Libro V de las Meditaciones de Marco Aurelio (Gredos, Madrid 1999). Cuando lo leí en la playa el sábado (oh, cómo añoro los 22 grados) acababa de despertarme de una cabezadita breve. Ahora, que me he vuelto a quedar un pelín traspuesto, me acordé de ese asombroso libro del que había oído hablar mucho, pero que nunca había leído, y ya veis, aquí ando escribiendo de nuevo en la barra.

Es una pena que luego uno descubra que este Marco Aurelio, tan listo, tan simpático, aquel padre de Cómodo en la peli de Gladiador, por cierto, no diera ese pasito hacia la trascendencia y se quedara con su estoicismo tan pulcro y tan punto.
Y en este punto me acuerdo de los replicantes de Blade Runner, Ridley Scott (U.S.A. 1982); tienen todo, son como nosotros, sentimientos e incluso recuerdos. Hasta lloran, y en la impresionante escena en la que Deckard acaba provocando la compasión de ese replicante que en la azotea llora porque al morir (le llega la hora) con él van a morir sus recuerdos. Y es que, comentábamos unos amigos que vimos la película estos días, muchos hombres son como los replicantes, viven con la amargura de saber que van a morir y piensan que con la muerte se acaba todo, pobres, como Marco Aurelio, punto y final.

domingo, diciembre 27, 2009


Por lo que observo, la literatura francesa, entre sus muchas virtudes, tiene la de hacer arte de lo mínimo, una especie de “poética de la brizna de hierba”. Es el caso de Bobin, Delerm y, también, de Giono. En El Hombre que plantaba árboles, Jean Giono (Los pequeños libros de la sabiduría, José J. Olañeta, Editor, Palma de Mallorca 2004) el narrador nos cuenta cómo se encuentra con un pastor de cincuenta y cinco años que planta árboles con el fin de convertir unas tierras baldías y yermas en un lugar acogedor. Es un hombre silencioso y solitario, pero amable, sonriente, cordial y feliz. La gratuidad y el amor con el que Bouffier realiza esta tarea hacen que el narrador diga de este viejo campesino iletrado que “ha sabido completar una obra digna de Dios”. Un amigo del narrador que acude a conocer a Bouffier dice de él, maravillado, que ha descubierto una forma maravillosa de ser feliz. Y esto lo puede decir el guardabosque porque el pastor actúa con afán de servicio, con amor y con gratuidad.
La edición, fantásticamente ilustrada por Michael McCudy, contiene un extraordinario epílogo de Norma L. Goodrich. La profesora universitaria tuvo la suerte de conversar en repetidas ocasiones con el autor. En una de estas charlas Giono le comentó que estaba muy contento de no haber recibido ni un céntimo por esta obra, y así participar de la gratuidad de su personaje. En efecto, los editores americanos que encargaron esta obra a Giono no quisieron publicarla y se hizo finalmente en la revista Vogue. En muy poco tiempo este breve relato se tradujo a doce idiomas en multitud de ediciones.
Aquí tenéis otra traducción del relato de Giono que acabo de encontrar en internet, pero si podéis haceros con la edición que cito disfrutaréis más; por las ilustraciones, por el epílogo, por la traducción... y por el papel.

domingo, diciembre 13, 2009

Hamlet, la estación y el tabaco

Esta semana han ocurrido demasiadas cosas extraordinarias como para contarlas todas, así que me limitaré a contar tres.

El viernes era el cumpleaños de un amigo y le apetecía ver Hamlet, de Kenneth Branagh, pero claro, la versión normal, no la extendida… Yo dije que la tenía y la vimos, pero no era la corta, y mejor, claro, lo malo es que me fui a la cama a las tres. Me pasó lo que descibe Lampedusa en sus ensayos sobre Shakespeare (Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Nortesur 2009). En ese libro comenta una por una todas las obras del genio inglés, pero cuando llega a Hamlet… se calla, no dice nada porque nada se debe decir. Experiencia estética inolvidable.

El sábado por la noche, misteriosamente y después de muchos avatares que omito acabé con tres amigos, unas pipas y una cerveza en una estación de tren semi-abandonada en Ortigosa del Monte declamando poemas de Bécquer, Quevedo, Lope, D’Ors, y muchos otros.

Y por último, otro día bajé a comprar tabaco a mi bar (que lo fue antes de José Hierro, como sabéis), es decir, a mi Parisiena. Y el caso es que estaban hablando de mi cole, que es del barrio, y del Opus Dei, (no con toda la precisión que se debería, pero por desconocimiento, nada más). Pablo, el dueño del bar, que me conoce, sonriendo me hizo un gesto y me invitó a tomar la palabra. Total que estuve más de una hora conversando con los encantadores parroquianos de mi barra no virtual. Como yo había bajado a comprar tabaco no sólo para mí, sino para otro amigo, pensando que me podía haber pasado algo, fue a buscarme y al verme tomar las varias cervezas a las que gentilmente me estaban invitando, se enfadó un pelo y me pidió el tabaco. En fin, la vida del bario, tan maravillosa, que te hace perder horas de sueño pero también te hace ganar amigos, conocidos, conversaciones y risas por doquier.

domingo, noviembre 15, 2009

Sobe la Belleza: Dante y Ratzinger



Releo, en magnífica traducción de Julio Martínez Mesanza, La Vida Nueva, de Dante (Alianza Editorial, Madrid 1986). La Vita Nuova acaba con la promesa de Dante de decir de ella, de Beatriz, “lo que jamás fue dicho de ninguna”, promesa que, como señala Martínez Mesanza en el prólogo, cumple con creces en La Divina Comedia.
El amor del poeta por Beatriz es espiritual, provocado por la belleza física que no es sino un trasunto de su belleza moral y que Dante atisba con nueve años, según él mismo nos dice. Que el amor al prójimo nos lleva al amor a Dios ya lo había dicho San Agustín. Dante se limita a mostrar cómo sucede esto en su propia vida. El amor se conoce por sus frutos, por su fecundidad; aquí está el fruto maduro del amor de Dante: unos poemas bellos que nos acercan a Dios, como antes acercó Dios a Dante la belleza de Beatriz.
Y hablando de belleza, también acabo de releer el texto sobre estética más profundo que nunca he leído. Las reflexiones sobre la belleza del entonces cardenal Ratzinger en “Herido por la flecha de la belleza. La Cruz y la nueva estética de la fe” (30 Días, septiembre de 2002, recogidas después junto con otros artículos en Caminos de Jesucristo, Ediciones Cristiandad, Madrid 2004) son extraordinarias. A raíz de la aparente contradicción del salmo 45, que dice de Jesucristo: “Eres el más bello de los hombres. De tu boca fluye toda la gracia” con el famoso pasaje de Isaías, el de “Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza…” Ratzinger se pasea por el pensamiento de Agustín de Hipona, de Platón, de Nicolás Cabasilas, de Hans Urs von Balthasar. La belleza es la verdad, y la paradoja, que no contradicción, de los dos pasajes del Antiguo Testamento, se explican porque son como el sonido de dos notas distintas de la misma trompeta provocadas por un mismo soplo.
Pero lo interesante es la reflexión posterior del actual Pontífice: “La belleza es conocimiento, una forma superior de conocimiento, porque alcanza al hombre con toda la grandeza de la verdad.” La belleza es conocimiento, y por eso nos advierte Ratzinger de que “nos empobrece, y devasta a la fe tanto como a la teología, si despreciamos y rechazamos como verdadera fuente de conocimiento la conmoción producida por el encuentro del corazón con la belleza”. A continuación, el Papa cuenta una experiencia estética que lo conmocionó; concierto en Munich. Al lado, el obispo luterano Hanselmann. Cuando concluye la música de Bach Ratzinger habla, seguramente sin palabras: “todo aquel que ha escuchado esto sabe que la fe es verdad”.
Y el broche de oro, la conclusión. Si a Jesucristo, a Dios, “no lo conocemos solamente a través de meras palabras, sino al ser heridos por la flecha de su belleza paradójica, entonces aprendemos a conocerlo realmente y a saber de él no sólo de segunda mano”. Es flecha porque este conocimiento a través de la belleza es doloroso, lógicamente. Steiner habla en Presencias Reales del peligro de contemplar el arte bajo el prisma de la crítica, y de la crítica que se hace de la crítica… La razón puede convertirse en obstáculo para acceder a la verdad. Y a la Verdad. “La belleza es conocimiento, una forma superior de conocimiento”.

viernes, septiembre 04, 2009

El misterio de la felicidad


El misterio de la felicidad (Renacimiento, Sevilla 2009) es una nueva antología poética de Miguel D’ors. No es tan completa como Punto y aparte, pero recoge poemas posteriores. El prólogo, de Ana Eire, explica, en mi opinión, de una manera brillante la poética y el pensamiento que están detrás de este poeta tan genial por su aparente sencillez, tan cercano por su temática, que no es otra que esa compleja búsqueda de la felicidad que el poeta acaba encontrando no a bordo de la Kon Tiki, ni en Wyoming ni eningún otro liugar de su imaginario mítico, sino en la vida sencilla, en la vida cotidiana.
Uno de los mejores poetas de su generación, pienso que D’ors es, además de un excelente poeta que, junto con Hierro, me ha acompañado siempre desde mi adolescencia, un poeta muy recomendable para jóvenes lectores que se inician en este complejo y apasionante mundo de la poesía, e insisto en que esto se debe a la fácil lectura, al humor y a la bella artesanía con la que escribe.

lunes, agosto 31, 2009

Warlock, de Oakley Hall


Warlock, de Oakley Hall (Galaxia Gutenberg, traducción de Benito Gómez Ibáñez, Barcelona 2009) es una novela del Oeste clásica, con pistoleros, vaqueros, mineros, buscadores de oro, comerciantes, salteadores y cuatreros, diligencias, apaches, hombres buenos, hombres malos, hombres mediocres, tiroteos con Colt, winchester y demás, locales donde se sirve whisky y se juega al póquer… Todo el imaginario mítico con el que hemos crecido desde pequeñitos viendo las películas de Ford aparecen condensados en estas casi setecientas páginas. Pero no es una novela simple. Es una novela épica, lógicamente. Sin embargo, los héroes tienen un rostro humano, y la lección del libro, creo, es que son los hombres los que fabrican esos héroes para la leyenda por su destreza, sí, pero sobre todo por su superioridad moral. Morgan, Blaisedell, Gannon, etc. son superiores por su valor, por su sentido de la justicia y de la amistad, y por eso son admirados… y envidiados.
Novela especial para los nostálgicos de la épica, del mundo del oeste, del Far West americano, pero también profunda reflexión sobre el hombre, la necesidad de valores morales, la violencia, el odio, la justicia y un largo etcétera.
Uno de los grandes aciertos de la novela es el continuo cambio de perspectiva desde la que el narrador omnisciente nos cuenta lo que sucede en esa pequeña ciudad inventada. Además de este narrador omnisciente en los capítulos se intercalan reflexiones del diario de Henry Colmes Goodpasture. El último capítulo es una carta de este mismo ciudadano a su nieto, quien le pregunta sobre Blaisedell, convertido al cabo de las décadas en un mito americano.

domingo, agosto 30, 2009

Autorretrato con radiador, de Christian Bobin



Autorretrato con radiador (Christian Bobin, Árdora Mas 1997) ha sido uno de los grandes libros que he leído este verano (ya hablaré de los demás). Sólo comentar unos apuntes; que los parecidos con Philippe Delerm son extraordinarios, que la "teoría de la brizna de hierba" es un canto épico a lo pequeño que me ha convencido y enamorado, y por último, que no es una novela en el sentido narrativo que se le otorga a este género: su prosa lírica convierten este diario en un poema bellísimo, un canto a la vida, una búsqueda del sentido más profundo de la vida y de la muerte, del amor y de todo aquello que, al cabo, nos importa.

lunes, marzo 30, 2009

Escalada, de Ludwig Hohl


Escalada, del suizo Hohl (Minúscula, Barcelona 2009) es un libro que sin duda encantará a todo aquél que guste de la montaña. A mí me ha gustado, pero no por eso. Es, sobre todo, una bella reflexión sobre la vida y la muerte. Morimos como vivimos, esa es la cosa, aunque la última batalla es la definitiva y en la que habremos de mirarnos para reconocernos y entendernos. La verdad plena de nuestro ser se nos desvela en esas últimas horas, o segundos, que preceden a la oscuridad definitiva del cuerpo.

Este relato, escrito con una prosa muy sencilla y muy precisa (empezó a escribir el relato en 1926 y lo acabó en 1975). El libro acaba con una pregunta que invita a la meditación, y es que la vida puede engañarnos y quizás sea en la muerte donde tengamos que buscar las respuestas sobre las personas.

Os copio el último párrafo del libro, pues como he dicho, resulta de gran interés:

Así ambos intercambiaron en cierto modo sus papeles al morir; y surge la pregunta, quizá absurda, de si, al menos, en pequeña medida, no habría podido suceder lo mismo… ¿mientras vivieron?


Se me ocurre que me gustaría morir como Ull, luchando y sin mirar atrás... ¡La muerte nos define.

domingo, marzo 15, 2009

El secreto del fuego, de Henning Mankell


El sueco Mankell, conocido por sus novelas policiacas (de las que no he leído ninguna) se desmarca en este libro con la estremecedora hisoria de Sofía y de su hermana María, a la que dedica el libro y que murió al estallar la mina que también dejó sin piernas a Sofía. Además de conocer un poco la forma de vida de ese país, Mozambique, resulta extraordinariamente aleccionadora la capacidad de superación de una niña por vivir, por salir adelante, por no rendirse ante un mundo hostil que parece querer aniquilarla.
En el libro, a parte de Sofía, hay otro personaje esencial: el fuego. Y su secreto se nos desvela en la última página del libro.

sábado, noviembre 15, 2008

Dos libros de poesía

Os recomiendo dos libritos recién editados de poesía.


Cuatro estaciones, de José Julio Cabanillas (Adonais, Rialp, Madrid 2008) es un libro que hay que leer de un tirón, pienso, y después releer, pues el eco de muchos de sus poemas acuden a la memoria. Me emocioné leyendo la cuarta estación, el invierno (el poema II de este capíulo es genial). De este poemario destacaría su profunda religiosidad, el culturalismo y un cierto prosaísmo, además de excelentes metáforas y grandes intuiciones poéticas. Maneja con soltura el verso libre, y sin embargo, me gustó más su prosa lírica de La luna y el sol. Todo el libro tiene una estructura antitética clásica: Primavera y otoño (la infancia y la muerte) y el verano y el invierno (madurez y decadencia).

Los Campos Elíseos (Pablo García Baena, Pretextos)es un libro de poemas, de poemas de viajes, reales o imaginados. Muchos de esos viajes-poema están inspirados claramente en cuadros u otros libros o poemas. Otros, en cambio, parecen referirse a recuerdos del autor, a lugares por los que anduvo. Utiliza diversos metros con acierto y musicalidad. Predomina el verso endecasílabo blaco y también está muy presente el verso blanco. El poeta, muy laureado, es Premio Príncipe de Asturias de las Letras y fue uno de los cofundadores de la revista Cántico. Su poesía es alegre y a pesar de sus múltiples referencias literarias y artísticas no cae en cierto manierismo; limpio y clásico, quizás demasiado.

domingo, noviembre 09, 2008

Una letra femenina azul pálido, de Franz Werfel


Una letra femenina azul pálido es muy parecida a esa otra novela del mismo autor que leí el año pasado, Reunión de Bachilleres: un funcionario con la vida arreglada, lleno de rutinas, con una bella esposa y mucho dinero se cree feliz. Pero un día algo pasa, recibe una carta de una amante que tuvo en su juventud, una aventurilla de la que ya se había olvidado. Y empieza a recordar, y la culpa, su culpa, se le representa con toda su verdad, y la necesidad de la expiación para salvar su vida, para justificarse se hace necesaria... Leónidas había entendido leyendo la carta que el joven al que tenía que ayudar era su hijo. No sabía cómo decírselo a Amelie, su mujer. Con ella no tenía hijos, por egoismo, sin duda. Cuando por fin se encuentra con Vera descubre que no es su hijo el joven al que tiene que ayudar, pero descubre también que efectivamente tuvo un hijo, y que murió con dos años y medio. Pero eso a Leónidas ya no le importa tanto. Una novela que, como
Reunión de bachilleres
nos recuerda que la conciencia pasa factura, que lo que hacemos en el presente nos marca y deja una huella que aunque uno quiera borrar no puede. Conciencia, culpa, expiación. Este autor sabía de qué hablaba. Me recuerda mucho a Dostoievsky.

viernes, octubre 31, 2008

Las aventuras de Wesley Jackson, de William Saroyan


Gracias, Saroyan, por escibir novelas como ésta, en las que la fe en el ser humano y el optimismo radical en el hombre perviven. Yo leo mucha literatura del siglo XX: el poso amargo que ese siglo dejó en tantas almas se traduce en el arte y en la literatura en un grito desesperado de dolor. Pero tú, Willy, consigues que de vez en vez, acaso cuando más falta nos hace, inyectarnos una dosis de alegría, de fe.

Wesley Jackson es un joven americano de dieciocho años que es alistado por el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Conoce unas personas excepcionales, maravillosas, y él es uno de esos personajes excepcionales, maravillosos, tan habituales en las novelas de Saroyan y tan habituales (que no nos engañen) en la vida misma. No es un libro antibelicista, como reza la contraprtada de la edición del Acantilado. Lo es, pero es mucho más; es un canto a la belleza, al amor y a la verdad. Cuando leía el capítulo del hombre que por fin toca el trompón cuando le consiguen el sombrero de paja me emocioné tanto que tuve que salir a darme un paseo.

Un librero me dijo que a finales de este mes se iba a publicar la autobiografía de William Saroyan. Para que estéis atentos.

Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, de Luis Sepúlveda

Aunque he tardado en retomar el blog, aquí van dos reseñas de libros interesantes. A ver si en breve os hablo de aquella tarde en la que con tres amigos, una botella de vino y un queso contemplamos durante más de dos horas la puesta de sol en el mar de Castilla.


Bella fábula con bastants dosis de moralina perdonable dado el carácter de cuento del libro. Esta moralina, además del asunto ecológico (que está bien tratado y no resulta ni empalagoso ni estúpido) se centra en que debemos respetar, e incluso amar, a los que no son como nosotros; eso es lo que aprenden Zorbas y sus amigos los gatos del puerto mientras cuidan de la hermosa gaviota. Pero para mí la gran enseñanza del libro es que "sólo el que se atreve aprende a volar". El estilo es sencillo, la historia muy amena, salpicada con humor, y las ilustraciones, geniales.

jueves, agosto 07, 2008

Ciudades de la llanura, de Cormac McCarthy


Y por fin leo Ciudades de la llanura (Mondadori, Barcelona 1999), último libro de la trilogía que vengo comentando. Encontrarse en un mismo libro con dos personajes como Billy Parham y John Grady Cole, verles desayunar en una misma mesa, cabalgar juntos por Juárez y El Paso, cazar perros o beber whiskies y fumar cigarrillos es una suerte que los lectores de los dos libros que preceden a éste sabrán apreciar.
Billy es bastente mayor que John, quien tiene diecinueve años, y ejerce, de alguna manera, de padre del muchacho, paternidad compartida con Mac y Socorro y tantos otros. Y sucede que John Grady se enamora de Magdalena, una prostituta mexicana que trabaja en un burdel del país que tanto aman los personajes de la novela. Las reflexiones sobre el destino, la historia, la libertad, el papel de Dios en la vida de cada hombre, el asunto de la culpa y el perdón se enuncian, son preguntas que quedan sin respuesta, porque son preguntas difíciles, porque el autor no puede responderlas, y por eso surge la pregunta.
El otro grn asunto, el del cambio y el conflicto entre lo viejo y lo nuevo, omnipresentes en todos los libros de McCarthy, se plasman en el epílogo, y quizás la dedicatoria, que está situada en la última página, sea una llave, una clave para interpretar algo de lo que nos quiere decir McCarthy:
Seré el niño que de la mano lleves
Y tú serás yo cuando sea viejo
El mundo se enfría
Se agitan las naciones
Aquí termina la historia
Pasa página.