... no digo que no, pero me han salido caros esta vez, en concreto lo que cuesta la radio de un coche, la reparación de una cerradura forzada y la salud mental, que día a día se debilita, y en plena crisis postvacacional una contrariedad de este estilo puede agudizar los duros días que vivimos.
La verdad es que hicieron su trabajo con cierta profesionalidad: la cerradura apenas la estropearon lo justo, pero, considerados ellos, me dejaron el coche cerrado y todo. Después, a la hora de sacar la radio se comportaron como caballeros, los cables los cuidaron con primor y no rompieron nada. Los nervios, o algún vecino del barrio, les debieron poner nerviosos, porque se cargaron la radio sacándola y ni se la llevaron (encima). Total que llevo tres días con la getión de la radio.
El viernes, cuando amanecí y evalué el estropicio, después de recordar y mentar a los antepasados de cierta gente honrada, me recorrí cinco talleres; todos que si tenían muchos coches, que si el lunes... Manolo, un amigo de esos que están ahí cuando los necesitas, me consiguió la radio y todo. En el taller de Carlos (el mejor del barrio, no sólo por su buen hacer y amabilidad, también es un devoto de Sabina y gran fumador de puros) me lo ha cogido hoy, pero me ha dicho que necesita la denuncia para los del seguro...
Y con la policía hemos topado, señores. Voy a los munipas: "que no, que como hay "violencia" (con la puerta, se entiende) debo ir a los nacionales". A mí esos tipos con pipa y porra me dan miedo, así que otro amigo me da un teléfono para que haga la denuncia con una llamada...
902 etc. La deshumanización de las máquinas, la pérdida de tiempo, la ineptitud y la sobre-regulación de la vida... Entiendo que me roben, me cabrea, pero lo entiendo. A la policía no. En Rumanía no pasarán estas cosas.
Continuará.
4 comentarios:
Pues qué mal lo de tu radio... Bueno, esero que el seguro te lo cubra.
Un saludo.
ya no escribes mas?
Eh, que a mí me robaron el sillín de la bici, y no veas el disgusto. Lo peor, la vuelta sin sillín, que tuve que hacerla a pata, lógicamente (no todos somos daltónicos). Peor lo tuvo mi santa, que le robaron la bici entera.
Porque estás como ausente...
Volveré... lo que pasa es que no sé si ya no tengo cosas interesantes que contar o es que he perdido la inocencia, o sea, capacidad de asombro. Un saludo, Papo (y por extensión, a todos)
Publicar un comentario