(El Angelus, Jean-Francoise Millet)
Cada día, la oración del Ángelus nos ofrece la posibilidad de meditar unos instantes, en medio de nuestras actividades, en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. A mediodía, cuando las primeras horas del día comienzan a hacer sentir el peso de la fatiga, nuestra disponibilidad y generosidad se renuevan gracias a la contemplación del “sí” de María.
Antes de ayer estuve en Lourdes. Además de respirar el aire puro de Francia y disfrutar del sol más limpio de nuestros vecinos, tuve la inmensa suerte de estar en una Misa con el Papa. Tras concluir ésta, rezamos el Ángelus. Tanta gente, de tantos lugares, a la vez y después de oír las bellas palabras de Benedicto XVI sobre esta oración (de ellas he copiado un fragmentillo ahí arriba) me han hecho pensar que os podrían interesar. Por cierto, que de vuelta y para celebrar todo, paré en Biarritz a comer algo distinto de unos bocatas pasados.
2 comentarios:
¿Hay alguien ahí?
No es que me hayan nombrado ministro, pero no encuentro tiempo, el caso es buscarlo, y lo encontraré. Un saludo, Artemi
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