lunes, diciembre 29, 2008

Cormac McCarthy y William Maxwel


El Guardián del vergel, Cormac McCarthy (Debolsillo, Barcelona 2006). La primera novela del autor. Aunque cuesta seguir el hilo argumental y probablemente sea la novela más floja del autor que he leído hasta ahora (lógico, por otra parte) esa manera de narrar tan poética y esas descripciones que hacen oler, palpar, sentir la tierra y su humedad hacen que su lectura sea una suerte de hechizo del que es difícil despegarse.
Lo mejor, lo que justifica todo el libro; las descripciones y el paso del tiempo a través de las estaciones.
Como siempre, el asunto del padre (Marion Sylder, el traficante de güisqui, asesinó al padre del niño, Jhon Wesley Rattner, aunque éste nunca lo sabe). Ather, el tío de Rattner, el otro personaje solitario, todos los personajes de McCarthy son solitarios, pierde la cabeza, o eso creen los que lo envían al manicomio. Sylder acaba con sus huesos en la cárcel. Jhon, solo. Tres generaciones. Tierra. Muerte. El libro acaba con un bellísimo párrafo:
Se han ido ya. Huidos, proscritos en la muerte o en el exilio, perdido, arruinados. Sobre la tierra, sol y viento regresan todavía para para quemar o mecer los árboles, los pastos. Ningún avatar, ningún vestigio queda de estas personas. En boca de la extraña raza que allí mora sus nombres son ahora mito, leyenda, polvo.



Adiós, hasta mañana, de William Maxwel (Libros del Asteroide, Barcelona 2008) tiene muchos elementos en común con El Guardián del vergel; ambientado en la misma época, los años veinte de la Ley seca, y en elmismo ámbito geográfico, el sur estadounidense, cuenta la historia de un adulterio, de un asesinato y de una amistad truncada por estos acontecimientos, dos niños, Cletus y el propio narrador. Por sus parecidos con Vinieron como golondrinas, se puede llegar a la conclusión de que la novela tiene muchos elementos autobiográficos. Contado en primera persona cuando el narrador ya es un adulto, muestra su conciencia atormentada porque no supo ayudar a su amigo en aquellas difíciles circunstancias. Él también había perdido a la madre hace poco, pero la ausencia de confidencia en la amistad parece ser que es para él la causa de que la amistad no perdurara, y de que ambos, solos, cargaran con su dolor a cuestas. Libro duro y hermoso. Esperemos que la editorial siga traduciendo y publicando al escritor-editor norteamericano.

2 comentarios:

JMT dijo...

He leído Vinieron como golondrinas, de Maxwell. También, y me gustó más, La hoja plegada. Pero el de Adiós, hasta mañana no lo he leído. A ver si lo consigo.
Por cierto, he entrado en tu blog a través del de mi hermano Jorge Tejero

Artemi dijo...

Muchos recuerdos a Jorge y gracias por tu visita.