domingo, octubre 22, 2006


Este fin de semana he estado en la sierra con unos amigos. Ha sido un plan muy tranquilo, de conversación serena, lectura y paseos (cuando la lluvia lo permitía). También he escrito un poema. No estoy muy satisfecho, en realidad se puede decir que es un borrador, aunque ya sabéis, hay quien dice que un poema siempre lo es. Es un poco triste, una elegía. Ya lo siento, mañana os cuento un chiste.

- El cielo llueve lágrimas intensas
y huele a tierra húmeda mojada.
El viento empuja la hoja temerosa
en vano asida a la débil rama.
¡El pájaro huye intuyendo la helada
dejando al paso un cántico tan triste...!
La mano torna a su clara blancura
y el fuego encïende casas oscuras.
¡Es el otoño, que anuncia el frío!
¡Es el otoño, que apaga el verano!
¡El otoño, retrato de la muerte!

- Sí, es el otoño, y sin embargo
contiene esa belleza y armonía
que invita a lánguida melancolía
al placer de pasear por el hayedo.
El otoño, que hacía crepitar
el alma de románticos poetas.
Sí, el otoño, bello y paradógico
celebrado por todos con agrado
pues todos celebran su venida.

- Todos, menos aquel chico apagado
que recuerda al amigo que se fue,
que se fue un otoño como éste,
con olor a infinito, como éste,
con el canto de un pájaro de fondo
a modo de música ambiental.
Con un romántico y encendido verso
que fue de su madre el postrer beso.
Colgaba en la pared del hospital
la lámina de un ocre, húmedo hayedo.
Sí, se fue un otoño como éste.
Al mismo tiempo una hoja se caía
de la rama que le daba la vida
(a la cual en vano estaba asida).
Sí, a mi amigo lo desenchufaron
un día como hoy.

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