jueves, noviembre 09, 2006

"A la deriva"

El ensayo es el género híbrido por excelencia. no sé si catalogar este texto como un ensayo o como un poema en prosa. El caso es que aquí os lo dejo:

A la deriva

Si nos damos un paseo por Madrid una tarde cualquiera, entre las cinco y las ocho, callejeando sin rumbo, sin camino prefijado, a la deriva, sin mirar los nombres de las calles, sin saber hacia donde vamos, y si durante ese paseo nos fijamos en las personas con las que nos cruzamos descubriremos diversos tipos de gentes; padres paseando a sus niños en los parques y grandes avenidas, parejas paseando de la mano, borrachos profesionales y ejecutivos borrachos tratando de olvidar algo para poder mirar a los ojos a sus hijos; nos encontraremos también, en alguna esquina, a alguien tocando la guitarra, o el violín, o la flauta, veremos sin duda a personas corriendo y cultivando úlceras, a algún extravagante leyendo en un banco, a niños jugando al fútbol en una calle por donde pasan menos coches, a lo mejor vemos también una pandilla de chavales haciendo el gamberro, a un venerable señor con sombrero y bastón, seguro que tampoco falta algún loco hablando solo. Si nos fijamos en la ventana de alguna casa intuiremos a un señor gordo viendo el fútbol mientras su señora limpia las manchas de café en su corbata; si miramos un ático descubriremos unas palomas comiendo las migas que una viuda coloca con cariño.

Si paseamos por Madrid una tarde cualquiera, entre las cinco y las ocho, veremos, sin duda, eso y mucho más. Pero lo que nunca haremos es vernos a nosotros mismos. Pensaremos que qué borracho tan estúpido, que qué viejo tan harapiento, qué mal huele esta viejecita, y qué niños tan maleducados, me han dado un balonazo.

En cambio, si no vuelves a casa al anochecer y sigues andando como perdido por calles poco iluminadas, y te dejas ensimismar con la indudable belleza que posee, por ejemplo, un cubo de basura apenas visible por la tenue luz de una farola vieja, inmediatamente echarás un vistazo atrás y recordarás a ese viejecito al que le has dado cinco duros por compasión, y a ese chiquillo al que le has gritado por ensuciarte el pantalón con la pelota (ahora recuerdas la mirada salpicada de dolor que tenía, quizá por la muerte reciente de su madre, o quién sabrá por qué, diablos), y también recuerdas ahora a ese joven trajeado y borracho, el que tenía que olvidar, porque no sabía pedir perdón, y ese señor maduro con pinta de poeta, y esa encantadora viudita que daba de comer a las palomas, y ese bebé que lloraba en el carrito mientras su madre despistada le daba con las bolsas de la compra en la cara, en fin, todas esas personas con las que te cruzaste al atardecer, si lo hubieras hecho, si hubieras continuado el paseo en vez de concluirlo con la puesta del sol, desearías volver a encontrártelos a todos, y ofrecer una flor a la viudita, y una sonrisa al de la pelota, y un aplauso al flautista, y lo mejor de ti para todos, y no estarías viendo esa película mala de vaqueros pensando en que mañana, qué voy a hacer mañana, trabajar, ¿y luego?, darme un paseo hasta la puesta de sol, y luego a ver si con suerte echan una película un poco menos mala.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buena descripción del paseo madrileño. Yendo por sus calles, buscando un bar irlandes, el mas grande de europa( Patrimonio de la humanidad¿no?) Pereo no dejan pasar a unos sedientos JOVENES de 15 años. Me mola tu blog
UN tío que no tiene ni puta idea de meterse en su blog ya creado.

Anónimo dijo...

¿Por qué recurres tanto al cubo de basura como imagen poética? Como contraste para hacernos ver que en todo hay algo de belleza está bien, pero... no me acaba de convencer estéticamente. Se ve que es tu estilo, un poco Sabina... pero, no se, ¿quizá si fueras contra tu propio estilo sin ir contra ti?
No te metas con las películas de vaqueros, es de lo mejor que hay.
Jaime
Jaime