martes, mayo 29, 2007

El Héroe, de Gracián


En clara oposición a Maquiavelo (al menos, en principio) nos encontramos con la primera obra publicada por Gracián (1637), dedicada a Felipe IV (como vemos, ya empiezan las semejanzas, pues antes Maquiavelo había dedicado su obra al gran príncipe de Florencia), y nos muestra otro modelo de héroe, de gobernante o príncipe, al fin y al cabo. Sí, parece que para el autor el héroe debe poseer una primera cualidad; su profesión (político y gobernante) y después las virtudes que predica de quien merece tan distinguido título.
Para los amantes y defensores de la ingenuidad este libro puede resultar insidioso, quizás más que el de Maquiavelo, pues como afirma de modo más rotundo en El Discreto, "no hay simple que no sea malicioso". En cuanto al estilo encontramos notables diferencias; la prosa barroca de Gracián todavía no es tan extremada como en libros posteriores, sin embargo el abuso de artificios y retórica anuncian ya al que será considerado, con Quevedo, el máximo exponente del conceptismo.
Insisto en que es curioso advertir en un autor autoproclamado "antimaquiavelista" la innegable influencia del autor de El Príncipe; entre las cualidades que destaca muchas aparecen en el autor italiano, y así, la agudeza, el entendimiento, el arte de saber ocultar los defectos y realzar las virtudes aparecen de forma muy similar en ambos autores. Pero para Gracián, y aquí sí hay diferencias, el héroe debe ser afable, cortés y educado, tanto en el hablar como en el obrar, debe ser amado y no temido, magnánimo de corazón a la par que realista, y por eso debe buscar siempre empresas políticas plausibles, de éxito probable. Jamás debe ser afectado y cultivar el buen gusto, aunque bien es cierto que más por la importancia que tienen las apariencias que por otros motivos más nobles. Otra cualidad que destaca es la del conocimiento propio, pues como dice en El Discreto, no hay nada más sencillo que el conocimiento ajeno y complejo que el de uno mismo. Y ante todo, destaca en el héroe el esfuerzo y la virtud, desde una visión cristiana.
Hay quien ha criticado a Gracián de hipócrita por este libro, pues junto a la prédica de cualidades que en el fondo no son sino un "arte de la apariencia", dedica un capítulo a la virtud, siendo éste el último y que invalidaría alguno de los anteriores.
En cualquier caso no me quedo ni con uno ni con otro (ni Maquiavelo ni Gracián); seguiré investigando en épocas pasadas para ver si encuentro algún modelo que me convenza, que me plazca, que me satisfaga. Y mientras tanto me quedo con el idiota de Dostoievsky.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta tu blog cada vez ke lo veo me pongo... contento

Anónimo dijo...

No había oído hablar de gracián...