lunes, junio 11, 2007

La luna y el sol, de José Julio Cabanillas

El tiempo va pasando y todo ha cambiado en su Granada (¿o es la mirada lo que ha cambiado?). Las evocadoras escenas no nos hablan de un paraíso perdido, como puede parecer, sino de uno encontrado por medio de la palabra, de la expresión poética, de la belleza. La Granada de la infancia del poeta. La nostalgia por la mirada del niño que descubre lo que en la adultez se le oculta. La prosa lírica, sencilla, sin excesos retóricos. Todo convierte este poemario en una de las delicias a las que Númenor nos tiene acostumbrado (en estos maravillosos cuadernos de poesía de Númenor edita últimamente mi admirado Miguel D'ors).
De todos los cuadros descritos me quedo con tres; "El ciprés", "El pozo" y "El nisporero". En el primero un ciprés adolescente, junto a las tapias, "se empina para ver pasar la gente y sabe que su sombra breve está al otro lado, detrás del muro alto". Prisionero de un carmen, cautivo en el patio, sufre hasta que al fin descubre su destino: "Nadie vendrá a rescatarlo (...) Pasan vientos y soles. Pasan viejas y niñas. Pasan noches y lunas. Hasta que al fin descubre que su botín es el viento..." En "El pozo", en el que "aunque en el cielo hay luz, allí dentro es de noche, siempre de noche", el niño poeta se asoma. Otra vez, aupado de puntillas al brocal, vuelve el niño la cara. Mira al cielo. Brilla la luna hermosa sobre el pozo. Entonces le pregunta: -¿Por qué siempre tan guapa para bajar a verme?" En el nisporero, el niño atareado en mil juegos no sabe lo que le dice. Pero pasa el tiempo y a su sombra, ya adolescente, lee los primeros libros de poemas. Y es que, "un árbol puede ser garante de un destino y enseñarnos a oír, al correr de la vida, la concordancia a solas con los hombres". Maravilloso.

Patético el adolescentil, repetitivo y cursi Palabras en la arena, de Ayllón. Parece que da con una buena idea de vez en vez, pero la explota tanto, la exprime con tal intensidad, que en vez de la rica leche que mana fresca (Vigo es Vivaldi), primero surge una desnatada e insípida agua (Diario de Paula) para por fin extraer la bilis, la sangre, las heces (me estoy pasando, tampoco es para tanto, pero ya puestos, exprimo también yo la ubre, digo la metáfora), que es lo que me parece su última novela.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Le escuché hace tiempo y no me pareció un escritor, los filósofos tienen esa fácil deriva... el alma humana puede conocer todo y al conocer las cosas, en cierto modo las hacemos nuestras, pero conocer el todo no significa saber hacer de todo. Cuesta mucho aprender un oficio, ahí está la verdadera sabiduría.
Animo con el blog...
un quidam

Anónimo dijo...

ves lo que te decia Juan?? Este blog ha perdido su gracia, sus comentarios...

Anónimo dijo...

"Nunca digas nunca jamás" ja, ja