lunes, diciembre 24, 2007

¡Feliz Navidad!

Aprendo ese lenguaje del silencio
para comprender mejor el misterio,
que no imaginaba tan magno imperio
para mí, que me sorprendo meciendo
una sonrisa que no es sino el cielo.
Ya los ojos al corazón he vuelto,
ya vuela la mente sobre una cueva
y soy un niño que mece a otro niño
buscando en el silencio de una mueca,
en la elocuencia de una sonrisa
(con torpeza pero también desvelo)
unos ojos diminutos que explican
ni más ni menos, y no exagero,
la razón de todos mis versos. Miro,
de reojo, y adivino una mujer
pendiente de mis torpes movimientos,
pendiente de dos niños que se miran,
de dos niños que se hablan en silencio.

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