Una letra femenina azul pálido es muy parecida a esa otra novela del mismo autor que leí el año pasado, Reunión de Bachilleres: un funcionario con la vida arreglada, lleno de rutinas, con una bella esposa y mucho dinero se cree feliz. Pero un día algo pasa, recibe una carta de una amante que tuvo en su juventud, una aventurilla de la que ya se había olvidado. Y empieza a recordar, y la culpa, su culpa, se le representa con toda su verdad, y la necesidad de la expiación para salvar su vida, para justificarse se hace necesaria... Leónidas había entendido leyendo la carta que el joven al que tenía que ayudar era su hijo. No sabía cómo decírselo a Amelie, su mujer. Con ella no tenía hijos, por egoismo, sin duda. Cuando por fin se encuentra con Vera descubre que no es su hijo el joven al que tiene que ayudar, pero descubre también que efectivamente tuvo un hijo, y que murió con dos años y medio. Pero eso a Leónidas ya no le importa tanto. Una novela que, como
Reunión de bachilleresnos recuerda que la conciencia pasa factura, que lo que hacemos en el presente nos marca y deja una huella que aunque uno quiera borrar no puede. Conciencia, culpa, expiación. Este autor sabía de qué hablaba. Me recuerda mucho a Dostoievsky.
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