sábado, agosto 29, 2009

Resumen de noticias: verano I




Después de este verano tan intenso vuelvo, más que por esperar ser leído, pues supongo que ya no quedarán muchos lectores por esta barra, por esa necesidad de escribir, tan importante como esa otra de apoyar los codos en la barra no virtual. Y ahora es un buen momento para echar un vistazo hacia atrás y recordar estos dos meses de tardes estiradas. En julio estuve en Valencia. El paseo en barca por la Albufera, con el sol poniéndose y la maravillosa fauna volando o saltando alrededor de la barquita constituyeron, sin duda, el momento de mayor belleza del verano, y no es que subestime el atardecer en los mares de Galicia o las montañas de Navarra. Sin embargo, lo mejor de Valencia no fue la visita a la Albufera, o la cena en La Cabaña, en mitad del monte, o la visita al festival de "El Chupete". Lo mejor, como siempre, fueron las personas que conocí o que ya conocía y con las que compartí tantos buenos ratos de conversación.



Los días que pasé cerca de Santiago de Compostela suplieron el Camino de Santiago que tanta ilusión me hacía andar, pero no se puede hacer todo en esta vida (por lo menos en un mismo verano) y de estas tres semanas tampoco me quedo con la cena junto al rio ni con la verbena de pueblo ni tan siquiera con los fuegos de artificio y el espectáculo de luces en la plaza del Obradoiro, la víspera de la fiesta del apostol. Me quedo con la gente, con los cigarros contemplando estrellas, con las cervezas compartidas y las pipas que dan la espalda a las piedras.




Pamplona es una pequeña ciudad en la que he pasado ya unos cuantos veranos, pero todavía no he perdido esa capacidad para asombrarme con el magnífico y abundante arte románico, con el pirineo y demás sierras cercanas, con los campos ya cosechados, con la casa-museo de Oteiza, etc. Y una vez más, lo mejor de mi estancia en Navarra no ha sido nada de eso ni tantos otros lugares que he visiado, y tampoco la siesta en el monte de Putxerri, ni el esplendor del sauce llorón al que saludaba por las mañanas desde la ventana y al que daba las buenas noches cuando me fumaba un pitillo, en la ventana, ni las horas cantando y escuchando al Camarón. Puede sonar repetitivo, pero es que os aseguro que lo mejor de esos días fue, de nuevo, las personas con las que los compartí y gasté tantas horas.


Por último estuve unos días en las Jornadas Humanísticas, compartiendo lecturas, ideas, palabras y cervezas con gente de una talla extraordinaria, con escritores, pintores, músicos, filósofos (muchos de ellos todavía en potencia. Pinchando aquí puedes ver un resumen de de qué son aquellas jornadas tan estupendas.

No hay comentarios: