lunes, agosto 31, 2009

Warlock, de Oakley Hall


Warlock, de Oakley Hall (Galaxia Gutenberg, traducción de Benito Gómez Ibáñez, Barcelona 2009) es una novela del Oeste clásica, con pistoleros, vaqueros, mineros, buscadores de oro, comerciantes, salteadores y cuatreros, diligencias, apaches, hombres buenos, hombres malos, hombres mediocres, tiroteos con Colt, winchester y demás, locales donde se sirve whisky y se juega al póquer… Todo el imaginario mítico con el que hemos crecido desde pequeñitos viendo las películas de Ford aparecen condensados en estas casi setecientas páginas. Pero no es una novela simple. Es una novela épica, lógicamente. Sin embargo, los héroes tienen un rostro humano, y la lección del libro, creo, es que son los hombres los que fabrican esos héroes para la leyenda por su destreza, sí, pero sobre todo por su superioridad moral. Morgan, Blaisedell, Gannon, etc. son superiores por su valor, por su sentido de la justicia y de la amistad, y por eso son admirados… y envidiados.
Novela especial para los nostálgicos de la épica, del mundo del oeste, del Far West americano, pero también profunda reflexión sobre el hombre, la necesidad de valores morales, la violencia, el odio, la justicia y un largo etcétera.
Uno de los grandes aciertos de la novela es el continuo cambio de perspectiva desde la que el narrador omnisciente nos cuenta lo que sucede en esa pequeña ciudad inventada. Además de este narrador omnisciente en los capítulos se intercalan reflexiones del diario de Henry Colmes Goodpasture. El último capítulo es una carta de este mismo ciudadano a su nieto, quien le pregunta sobre Blaisedell, convertido al cabo de las décadas en un mito americano.

No hay comentarios: