viernes, septiembre 04, 2009

Cinco libros y dos pelis


Como hace mucho que no escribo, en una sola entrada voy a recomendaros algunos libros que he leído, un par de películas y prometo que en esta semana publicaré un cuento (o algo así) que llevo tiempo urdiendo en la cabeza.

Llenos de vida, de John Fante (Anagrama 2008) es entretenida y con buenos golpes de humor. Refleja la importancia de la religión católica en la América de los años 50 y el cambio de estilo de vida respecto a la generación anterior a Fante, esto es, a la de sus padres, con una fe profunda y llena de supersticiones, pero al mismo tiempo y en mayor medida, de amor y autenticidad. El libro contiene cierta defensa provida (al menos es lícito interpretarlo así), y es una sátira mordaz e ingeniosa de ese mito del "American way of life". Libro breve y muy ágil. Menciona en repetidas ocasiones a Chesterton, motivo más que suficiente para fiarse de la salud y buen gusto de este autor.


Sobre Nueve Cuentos (Edhasa 2007)y Salinger se puede hablar del parecido que tienen estos cuentos con los de Carver, por su cierto realismo sucio, o con Chejov, por la desazón que puede provocar, a ratos, su lectura. Comparar a Salinger con estos autores es fácil, y se hace. Pero también podríamos hablar de Realismo fantástico que lo acerca más a los latinoamericanos, y claro, entonces el nombre de Rulfo sale casi sin pensarlo. En conclusión, ¿para qué buscar parecidos? Iba a decir que los diálogos son muy vivos, los personajes están trazados magistralmente en breves trazos, y muchas cosas más. En fin, iba a llenar esta reseña con un montón de tópicos, que por ser tópicos no dejan de ser ciertos. Sin embargo, lo mejor que se puede decir de Nueve cuentos no puede decirse, hay que sentirlo, vivirlo, en silencio y soledad. A lo mejor es ese "no sé qué" del Longinos y que Feijoo nombró por primera vez en España.

Ahora, Un niño prodigio, de Irene Nemirovski (Alfaguara 2009): Ismael es un niño que vive en el seno de una humilde familia judía en una ciudad portuaria del Mar Negro. El niño-poeta acude a las tabernas del puerto a cantar las penas y las alegrías de los hombres... Un día, Barin reconoce en él un genio y lo introduce en la corte de la princesa de quien es amante. Mas, al cabo, el niño prodigio descubre la naturaleza, la vida... Enferma. Se recupera y lee a los grandes poetas. Llora primero por su belleza. Después llora porque recuerda sus ripios y el contraste es grande. Entonces el genio desaparece... o quizás simplemente se toma unas vacaciones. Porque él es un adolescente y nadie lo disculpa por ello, ni le sabe entender. El niño prodigio no deja de serlo de la noche a la mañana. No deja de serlo nunca, en mi lectura. Pero los que lo escuchan, la princesa, sus padres, los hombres del puerto... no saben que deben esperar. Lo mejor del libro es cómo trata el asunto del "talento", del "genio creador", el tópico del amor interesado y la crisis que en gente de excesiva sensibilidad puede acabar, si no posee las ayudas necesarias, trágicamente. Magistral. Pero muy duro, muy amargo.


Corazón, de Edmundo de Amicis (Gadir 2009), como explica Luis Mateo Díez en el prólogo, fue de lectura obligada en españa durante la Segunda República. Por eso, aunque no carece de una trascendencia implícita y sutil, en el franquismo se interpretó como un libro laicista. Quizás no sea un libro para jóvenes -la estética es demasiado cursi y explícitamente didáctica-, pero sí lo es para los educadores y los maestros (además de poder subir mucho la autoestima, hay abundancia de anécdotas y cuentecillos ejemplarizantes para contar a los alumnos. Ha sido una suerte encontrarme con este libro, y aunque a ratos se me ha hecho un poco pesada su lectura, los buenos ratos han merecido aquellos otros. Un amigo me sorprendió leyendo el libro con una sonrisa en la boca, y me lo dijo. Es inevitable; este libro se lee con una sonrisa de oreja a oreja y quizás ese sea el mejor resumen de Corazón.

Y por último está Orzowei, de Alberto Manzi. Libro clasico de la literatura juvenil lleno de aventuras. Novela iniciática maravillosa con muchas enseñanzas, aunque quizás la principal sea la que muestra la cita: "el Gran Dios no mira el color de nuestra piel, sino nuestros corazones". La relación de Isa con Pao ("el pequeño hombre de los arbustos") y con Paul ("Flor de maíz") es lo mejor, junto con la forma de rezar y dirigirse a Dios ("el Padre") de Pao. La historia se abre con una cita de Emilia alboret que merece la pena reproducir, por si todavía hay alguien que dude de si le va a compensar leer esta novelilla juvenil: "Falta un puente entre las almas.../ Si ese puente existiese/ los hombres se comunicarían sus secretos, / los pensamientos alegres,/ la sonrisa y el perdón.../ ...muchacho, / construye con tus manos, /sin vigas /ese puente de oro".


Sobre la peli que han hecho de La Carretera, os recomiendo esta brillante crítica de Luis Martínez en su presentación en el Festival de Venecia. Para que no os llevéis decepcones.
Quizás la mejor película que he visto en mucho tiempo es Gran Torino, por eso no pienso decir nada sobre ella, de momento. Sólo que si alguien piensa que otras películas de Clint Eastwood son mejores que ésta, puede ser porque su final en vez de dejarte perplejo y con un regusto amargo, te arranca una sonrisa. Feliz testamento cinematogáfico del honesto Clint, que buscando la verdad, con tanto esfuerzo, con tanto dolor y con tanta belleza, quién sabe, a lo mejor la ha encontrado.

1 comentario:

Ion Egúzkiza dijo...

Apoyo tu recomendación de Llenos de vida y de Nueve cuentos. Los otros no los he leído.