miércoles, junio 19, 2013

Arte y poesía



Adam Zagajevski, en un ensayo (“Una muralla alta”, Solidaridad y soledad, Acantilado, Barcelona 2010) se preguntaba, hacia 1982, lo siguiente:

¿Qué pasaría si un día –un buen día- Polonia recuperara la libertad política? ¿Se mantendría esta magnífica tensión espiritual que, sin duda, no caracteriza a toda la nación, pero sí a su élite, una elite bastante numerosa y del todo democrática? ¿Se vaciarían las iglesias? ¿Se convertiría la poesía –como ocurre en los países felices- en alimento de cuatro sibaritas hastiados, y el cine, en una rama comercial del ocio? El día en que desapareciera el peligro, ¿dejaría de existir también lo que en estas circunstancias hemos logrado salvar, proteger del diluvio, de la destrucción, e incluso elevar por encima de las amenazas como una muralla alta y hermosa, todo lo que hemos creado como respuesta al desafío mortal del totalitarismo?

Me temo cuál pueda ser la respuesta, aunque no pierdo la esperanza y voy ahora mismo a preguntar a mi amigo Staju, polaco (de la Polonia de verdad).

1 comentario:

Stachu dijo...

Si, yo soy el amigo polaco. El temor de Zagajewski está justificado. La lucha contra el totalitarismo efectivamente creó una tensión creativa muy buena. Ahora si que bajó la calidad de la cultura polaca, pero no creo en ciego destino. Ahora hay nuevos desafíos, unas ideologías no menos peligrosas que el comunismo y toca a nosotros afrontarlas.