Un poema, en octosílabos con rima asonante en los pares, como el romance. El tema del talento inutilizado es un tópico, hubiera sido más interesante escribir sobtre el talento frustrado. Pero ahí va. La persona a la que va dedicado sabe quién es. Cumplí mi promesa. Ahora le toca a él.

Y es que no hay nada más triste
que un talento malgastado.
Así toco mi guitarra
y las uñas voy limando
rasgando por bulerías
soleás, tanguillos y tangos.
Porque no hay nada más triste
que un hombre que fue tocado
por la inmerecida gracia
de ser un genio en algo,
de poder llegar al alma
y dejarlo pa otro rato,
de poder llegar al alma
de la gente que voy amando.
Quedándome quietecito
me convierto en desalmado,
sí, que no hay nada más triste
que un talento malgastado,
que no puedo ser tan cómodo
de despreciar mi regalo,
no esforzarme en este arte
para el que he sido llamado,
con el que Dios una mañana
decidió haberme adornado.
Y que no hay nada más triste
que los artistas frustrados;
bien por dejados y vagos
bien buscando sólo aplausos.
Y es que no hay nada más triste...
Amigo, sigue tocando,
alegrando nuestras fiestas
y nuestras almas rondando
con las cuerdas afinadas,
con tu ser entusiasmado,
con lo jondo de tu toque
continúa caminando,
con tus dedos saltarines,
con el cuerpo acompasado,
de traste en traste bailando;
una falseta mi nombre
con los versos ha ganado.