miércoles, mayo 28, 2008

Mis poemas III: José Hierro

Pepe Hierro fue el primer poeta que, en mi adolescencia, consiguió conmoverme, producirme esa experiencia estética que logran la buena poesía, el buen arte y el buen vino.
Desde los catorce años me han acompañado los versos de Hierro. En la universidad nos conocimos algo y cuando vine al barrio donde ahora vivo coincidió que era el suyo, como su bar, que también es el mío.
Su poesía, en conjunto, posee una técnica prodigiosa, un ritmo y un tiempo que han hecho que muchos lo consideren el mejor poeta español de la segunda mitad del XX. Pero además de técnica, su poesía tiene "alma". No es un virtuoso del lenguaje, sólo, también es un hombre que tiene mucho que decir, que expresar, y lo consigue.
Desde sus primeros libros hasta el último ha ido evolucionando, tanto en los postulados estéticos como en los de otra índole. Para mí, un libro fundamental es Alegría. Pasea por la poesía existencial de los 40 pero sin poder ser etiquetado ni entre los arraigados ni entre los desarraigados. Escribe poesía social, pero nadie lo propondría como poeta social. Experimenta con la poesía, pero nadie lo considera experimental. Sin etiquetas, sin apellidos, poeta puro. Lástima el último libro, con un poso nihilista difícil de digerir. Quizá la de Alianza es la mejor antología que conozco de sus versos.
Os propongo este poema que se incluye en el libro que he citado más arriba, Alegría. Es un excelente soneto que explica, mejor, desvela, algo del misterioso sentido del dolor

Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
( Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía. )

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.

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