domingo, noviembre 23, 2008

Echando gasolina al alma: la novena de Beethoven

Hay muchas formas de realizar esa actividad tan esencial a la condición humana, especialmente si has de dar. Igual que los coches se paran si se termina la sopa (experiencia universal que todos hemos sufrido) también se para de alguna manera el alma, pues la condición del hobre necesita belleza. Por otra parte, todo puede ser más dramático si le echas la gasolina inadecuada; hace un par de semanas le eché Super 95 a un Diésel y ahí sigue, en el taller. Pues con el alma pasa lo mismo, es tan necesario echarle la gasolina como no equivocarse y hacerlo con la adecuada 8la subcultura pop ha acercado el arte a la masa, pero ¿de verdad colma esa pseudo-belleza? ¿No es una estafa? ¿No compensa educar el gusto? ¡Artistas, esto va por vosotros! ¡Basta de espejuelos! ¡Dadnos lo mejor, lo que nos haga mejores!
El caso es que hoy, domingo soleado en la villa de Madrid, entre agobios y correcciones de exámenes, he sacado una hora y media para escuchar la novena sinfonía de Beethoven. El alma bailaba. Yo, que empecé corigiendo exámenes, tuve que parar para no perder detalle de esa oba de arte tan espiritual (dicen, y con razón, que la música es la más espiritual de las artes). La experiencia estética de esta mañana ha sido tan formidable que no puedo sino animaros vivamente a que la tengáis también vosotros. Es importante hacer parones de este tipo, estando como estamos todo el día corriendo y con la cabeza llena de pequeñas o grandes preocupaciones domésticas, laborales y de todo tipo. Es tan importante como echar gasolina en el coche cuando salta la alarma de la reserva. La diferencia es que cuando llenas el depósito del alma puedes seguir andando, pero además, lo haces más alegre, con una sonrisa dibujando las entrañas y dando a los demás lo que no se puede dar si no se tiene. En Copying Beethoven (Agnieszka Holland, USA, Reino Unido y Hungría, 2006) hay un resumen maravilloso de esta sinfonía que os muestro para que os animéis a escucharla entera.



Hay otras muchas formas de echar gasolina al alma, y aquí enuncio unas cuantas de las que os hablaré próximamente:

- Ver una buena película danesa como Después de la boda
- Tomarse unas cervezas (o lo que proceda) un sábado por la mañana (también puede ser un lunes, martes, domingo o incluso un jueves, miércoles, viernes...)
- Contemplar una puesta de sol en el mar de Castilla con buena compañía (esto es, amigos), una botella de vino y queso.
- Mirar por la ventana a las gentes del barrio.
- Leer una buena novela, o un buen poemario.
- Tocar la armónica, que es justo lo que voy a hacer ahora

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué tal Juan?

Me han gustado mucho tus reflexiones pseudoteológicas, pero...

me debes ciertas cosas (Mr. Stuart), pero te lo perdono con un par de condiciones:

1. Que enlances mi nuevo blog: aprendefines.blogspot.com
2. (opcional) que te animes a visitarlo y a seguirlo y así aprendes algo de esta lengua tan interesante.

Un abrazo.

Jorge.